1 de noviembre de 2010

¿Sabés qué estás esperando?
Matás el tiempo, a la espera de un algo, un algo que supuestamente cambie todo. ¿Qué es ese algo? ¿Un trabajo?¿Un título?¿Un/a novio/a? ¿Irte de casa?¿Conseguir algo?¿Curarte?¿Compañía?… ¿qué cosa?
¿Sabés qué es? ¿Y qué estás haciendo mientras supuestamente lo esperás?
Estás esperando que las cosas cambien. Esperás que tu situación económica cambie, poder vivir tranquilo… estás esperando curarte, sanarte… estás esperando tener menos quilombos familiares… qué se te dé con un/a chico/a… ¿o acaso estás esperando lo que sea pero que sea algo?

El trabajo se te dá… tenés unos mangos… ya no tenés esa preocupación… ¿ahora qué? Algo pasa… seguís igual… seguís esperando. Matás el tiempo… ahora no lo matás en la pc, no lo matás en la tv, quizás lo matás en el trabajo, en el estudio… pero lo matás… es una forma de pasar el tiempo hasta que llegue un algo… un algo… ese algo que no llega, aunque consigas las cosas que pensaste que te ayudarían. Te ayudan… ahora tenés novia/o, tenés sexo… ahora tenés trabajo… tenés unos pesos… o ahora estás más sano, ya no te duele tanto el cuerpo… entonces… ¿Qué pasa?

Viví el encierro, la tortura. Esperé. “Cuando todo cambie, voy a ser feliz”, siempre dudando fuertemente que el cambio llegue, porque… esperás, pero pensás que esperás al pedo.
El cambio llegó… ya nada era igual. El mundo se rompió, ese mundo que no quería. ¿Qué pasó? Seguí esperando… Te vas de tu casa, pero…seguís esperando… ¿ahora qué? Tal vez un buen trabajo, o trabajo.


Llegó compañía, creí que si estaba con alguien, con amor, todo sería mejor, a esperar lo imposible, pues sabía que no iba a suceder. Sabía… sabés… estás seguro de que es así, que es como tiene que ser, lo aceptás, aunque te quejés, lo aceptás… esto que no te gusta, es lo que vos das para vos día a día mientras esperás tu equis cosa proveniente de afuera que te salve.

Llegó… a seguir esperando… ¿ahora qué? La salud, el dinero… los amigos… pasa el tiempo, estás encerrado. Pasa el tiempo y, en cada presente, mi yo dice muy en su interior, tan en su interior que el yo de afuera, el cotidiano, hace como si no escuchace: “sigo encerrado….”.

Seguís encerrado. Pensaste que saliste de una celda. Ahora estás en otra. Ahora salís… pero… estás en otra. ¿No lo notás?  Seguís esperando a que la condena se cumpla, que el plazo se cumpla y venga el mundo exterior y abra las puertas de tu celda… y viene… pero te encontrás de nuevo encerrad@.

Seguís esperando… ¿a la muerte verdad? Al fin y al cabo… es lo único que te liberará… pero, aunque lo pienses, o no, ella sí es segura, ella sí vendrá. Es tu CERTEZA, tu única certeza. Vas a morir. ¿Para qué esperarla? Pero ahora… estás vivo… y seguís esperando la muerte, la única cosa que supuestamente te liberará… Ves pasar las celdas, las distinas paredes, e, internamente, algo te dice que solo la muerte las borrará. Pero no… si te ofrezco la muerte ya, no la tomás, ¿por qué las esperás entonces? Ella, viene hoy, y decís “no me lleves! todavía no viví!”.

Esperás. El liberador viene de afuera.

Miro mi celda. Miro MIS celdas, todas ellas, desde el encierro aquel, lejano y tortuoso, al encierro aquel, cercano y cotidiano. Qué distintas paredes… el trabajo, el dinero, la madre, el padre, el barrio, el país, el dolor, la soledad… y me pregunto, ¿qué sentido tiene librarme de una celda si entro en otra? ¿Qué sentido tiene librarme, esperar que me liberen, si vuelvo a caer y solo la Muerte será liberadora -quizás….-?
Entonces… sigo esperando. Seguís esperando. En el alcohol, en la tv, en las drogas (desde las más peor afamadas, hasta las más hermosas y tentadoras como el alimento que consumimos)… en la cotidianeidad. Esperás.

Pero, hoy, miro esas paredes y algo me resulta extraño. He dicho “cuántas celdas he visto! ¡En cuántas prisiones he sucumbido!”. Pero hoy… estas paredes me resultan muy familiares… y las anteriores, y las anteriores… Todas son demasiado parecidas, y todas tienen algo de ilusorio. Las toco, y no existen. Pero están. Tal proyector de cine, algo las crea. Tapo con mis manos el haz de luz y… viene de mi interior.

Me siento, y miro hacia adentro. Allí están… todas las diapósitivas de mi corazón que a la luz de mi esperar, formaron tantos diseños de pared. Allí está, La Muerte, que llegarás tarde o temprano. Ya vendrás, puede ser hoy, o en quién sabe cuanto. Llegarás.

Nadie ni nada puede librarte de tu encierro. No esperes. Viví.

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